La siguiente es la historia de un joven
que vino a este mundo, tras una hermosa y noble misión: demostrar que los niños
que nacen con el llamado Síndrome de Down pueden salir adelante, valerse por sí
mismos y llevar una vida como la de cualquier otra persona.
¡Y así lo está haciendo Miguel!
Él llegó hace 20 años al hogar conformado por el doctor Miguel Flórez, y la arquitecta y especialista en desarrollo intelectual, Cecilia Morales.
De niño, a Miguel le encantaba el algodón de azúcar, no se perdía ni una sola película de Harry Potter, estudiaba música, pertenecía a un grupo de niños scouts e incluso, como todo pequeño de su época, se la pasaba acaparando los bates para romper las piñatas en las fiestas de cumpleaños.
Hace pocas semanas él recibió su grado de Bachiller con Experiencias Significativas en Investigación y, con ello, culminó una primera etapa de inclusión educativa.
En 1997, cuando Miguel tenía 4 años, sus padres recorrieron no menos de 20 instituciones para garantizarle una educación formal. En ese entonces, a ellos siempre les dieron respuestas como: “aquí no recibimos niños así”, “qué van a decir de nosotros”, en fin…
Sus padres no desistieron pues, para ellos, Miguel tenía cómo salir adelante. Poco a poco, el menor recibió clases lúdicas, deportivas y artísticas y, tras perseverar, él comenzó a asistir a clases en un proceso educativo regular.
Fue la institución ‘Glenn Doman Escuela Precoz’ la que le abrió las puertas al joven.
Su formación ha sido parte de un proceso sobre el cual no hay mucho escrito, ni hay fórmulas precisas. La verdad es que cada educando tiene sus particularidades y ritmos de aprendizajes.
Miguel ya es un joven maduro, alegre, con grandes cualidades y aptitudes. Ha vivido un proceso valioso para él y para toda su población.
Él es consciente de su condición, de sus capacidades diversas y de sus limitaciones. También tiene claro que los esfuerzos que ha hecho ya dieron sus frutos.
Es más, quiere seguir creciendo. Según sus palabras, “el bachillerato es solo una etapa, pues aspiro a ser un profesional y un hombre con un proyecto de vida exitoso”.
Presentó las pruebas del Icfes con excelentes resultados. Con ello demostró que no se quedó como el ‘eterno niño Down’, ese que los mitos suponían.
Miguel es un ejemplo para muchos y es un motor para el crecimiento de la causa de Fundown, una entidad que atiende niños con esta condición y con otras discapacidades.
Vale decir que con Miguel ya son cuatro los jóvenes con Síndrome de Down que, en el área metropolitana, han logrado con éxito ser bachilleres en colegios regulares.
LO QUE DICE LA LEY
La Ley No. 1618, recientemente aprobada por el Gobierno Nacional, dictó medidas específicas para garantizar los derechos de los niños, las niñas y los adultos en situación de discapacidad.
Esa norma, entre otras, garantiza una educación incluyente.
La determinación oficial se convirtió en un gran avance para el respeto a la dignidad y a la autonomía de las 54 mil 363 personas que viven en Santander con algún tipo de discapacidad.
Con ella, el Gobierno Nacional le da herramientas a esta comunidad para exigir sus derechos.
También es un mecanismo, práctico y efectivo para derribar los obstáculos a los que se enfrentan las personas en dicha condición.
Así lo informó Carolina Cuevas, líder de Incidencia en Política Pública de la Fundación ‘Saldarriaga Concha’, organización que participó junto a otras instituciones de la sociedad civil en el proceso de redacción de esta ley.
Para ella, “lo más importante es que se asegura el ejercicio efectivo de los derechos de las personas con Síndrome de Down, mediante la adopción de medidas y políticas que cuenten con enfoques de inclusión”.
La idea es eliminar toda forma de discriminación en el país por cuenta de esa condición. En el tema de la educación, la ley aclaró que el MEN deberá definir la política y reglamentará el esquema de atención para garantizar el acceso educativo a niños y a niñas bajo un enfoque de inclusión.
De igual manera, se encargará de suministrar la enseñanza primaria gratuita. También es obligatoria la educación secundaria.
Y debe asegurar que los jóvenes y adultos con discapacidad tengan acceso general a la educación superior, a la formación profesional, a la educación para el trabajo sin discriminación y en igualdad de condiciones.
El Ministerio deberá garantizar que el personal docente, dispuesto para la atención educativa de esta población, esté capacitado desde un enfoque inclusivo.
Algo más: los colegios públicos y privados deberán adaptar sus currículos y, en general, todas las prácticas didácticas, metodológicas y pedagógicas que desarrollen para incluir de una manera efectiva a las personas con discapacidad.
Historias con mucho corazón...
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